La están vistiendo. Primero la enagua que luce vaporosa, luego el vestido blanco inmaculado. Ella se pone las joyas, enfunda los pies en los tacones. Comienzan a maquillarla delineando sus ojos en un rasgado perfecto. Ya está casi pronta, solo le falta el perfume. Busca los ojos de él y los encuentra, aprobadores y deslumbrados. Salen tomados del brazo, regocijados. Llevan media hora de atraso, las novias nunca son puntuales. Ella tiene un inconveniente, el novio no tiene rostro…
Gladys Goldzsteyn
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