domingo, 31 de octubre de 2010

Confesiones que nunca llegaràn a destino.


Tengo una carta inscripta en la memoria. Pero confieso recién confeccionarla. Tomaré resguardo de que te llegue, a pesar del largo tiempo transcurrido. Aunque me planteo si valdrá la pena, ya que reconozco que siempre fui un inmaduro.
Te quise si, al principio mucho, me consta que vos también, y se que demasiado. En eso nadie ha podido superarte. Se que me has querido tanto, como nunca otra. Hoy pienso que no lo he merecido ni valorado. Pero ya es tarde.
Te veo esperándome cuándo yo no llegaba a tiempo. O simplemente no llegaba. Y veo a los muchachos en el boliche que me decían, “flaco no te vallas, es temprano, juguemos otra partidita”, y copita va y copita viene, ¿vio?, es la vida del bohemio. (Eso si debo reconocer, que me dejaba arrastrar muy fácilmente). Siempre te lo dije,”si te gusta el durazno que no te haga mal la pelusa”. Pero sabías que te quería, a mi manera, claro. Cuando si llegaba a tiempo, te encontraba emperifolladita y perfumada como una rosa. Nos íbamos por las calles de Buenos Aires, a reventar la bohemia de la noche, y al placer de bailar unos buenos tangos. Supe hacerte feliz, me consta que lo eras, estrechada entre mis brazos entre acordes milongueros.
Jamás aparté de mi recuerdo tú entrega total, el detalle que me envolvió y me enamoró. Siempre dispuesta para mí, para mis brazos, para mis besos, dándomelo todo. Inigualable, a la hora en que se pierden por el desierto infinito de los enmarados, las almas que se encuentran y se funden en una sola. “Veo que me salió el poeta”, no es para menos flaca añorada.
Recuerdo entre otras tantas cosas, aquella separación involuntaria, circunstancial de tres meses, ¿te acordàs? Cuando volví de ese viaje tu recibimiento fue de locura. Era tanta el ansia que uno profesaba por el otro, que al fundirnos, nos volvimos uno sin poder ni querer despegarnos por horas. Cosas bellas que guardo en mi memoria, ¿y vos? ¿No se para que pregunto, después de tanto tiempo pasado? Si me vieras, estoy màs viejo, pasaron los años. Nada que ver con el figurín canoso, impecable, he interesante, que conociste.
Para decir la verdad fuiste la compañera perfecta, súper cariñosa, hogareña, buena cocinera, buena amante, y encima bailabas bien el tango; ¿qué más puede pedir un bohemio como yo?
Pero usted sabe, lo bueno dura poco, no se si porque uno no sirve, o porque la vida a uno lo hizo así, tal como es y sin poder cambiar, que se le va hacer…
Se me cruzó un domingo cualquiera, ¡que morocha!. Alta, grandota, bien formada, lindas piernas, unos ojazos negros, ¡un minòn!, y perdí la cabeza. No es que ya no te quisiera; pero flaca, vos trabajabas en esa confitería ¡hasta los domingos! ¡Y yo me sentía solo!, ¡entendeme! Y factura va, bizcochito viene, habías empezado a engordar bastante, ¡acordàte! ¡Y vos sabes que a mi me gustan las flacas! Cuándo yo te conocí estabas hecha una pinturita, pero bueno después de cinco años juntos, se te fue la mano con los vigilantes y las medias lunas. Si ya se que te diste cuenta que estaba raro e inestable, por eso comías tanto, por ansiedad. Pero deberías haber cuidado más la figura, y los horarios que no nos coincidían.
Rápidamente, y sin esperarlo, me diste el raje. Fuiste implacable, no diste chance ni tregua. ¡A ver si es que yo recapacitaba por lo menos! Así de una, los que nos unió se hizo pedazos. ¡Como me dejaste! Sin siquiera plantearte darme otra oportunidad, esperando un tiempo prudencial, a ver que pasaba conmigo y la morocha. Y yo que estaba tan seguro de tu amor por mi, me hice el loco. Hoy a la distancia lo reconozco flaca. ¡Què felonía!
Que podía hacer si ya estaba todo arruinado, me fui a vivir con la morocha. Los detalles conociéndote, no creo que te interesen, ni vengan al caso. Pero lo cierto es que la susodicha, me jodiò la vida.
No espero que me creas. Yo te quería. Si. Pero a mi manera…

Gladys Goldszteyn.

jueves, 28 de octubre de 2010

Traiciones domèsticas

Las colinas asomaban no bien a la vuelta de la tercera curva. Apenas al doblar se veían los primeros edificios; imaginaba que estarías esperándome.
Quizás en el parquecito de enfrente jugando con Mimo, en la esquina mirando hacia ambas direcciones, o simplemente sentado en la cocina ante una taza de humeante café. De todas formas no tendría importancia el lugar. Era mil veces más intenso y doloroso lo que iba a decirte, que el entorno que te rodeara. Pensé como comenzar la conversación sin lastimarte demasiado. Eligiendo las palabras, para no arrasar con tus sentimientos. Me preocupaba tu reacción, pero era inevitable. Tendríamos que enfrentar los hechos, y aceptar la realidad que estaba carcomiendo nuestra relación. A decir verdad, se me olvidó avisarte que llegaría mas temprano que de costumbre.
La esquina estaba desolada, en el parquecito apenas tres niños jugaban escondidos. En la cocina, unas prendas femeninas esparcidas por el suelo, se dirigían desordenadamente hacia nuestra habitación matrimonial. Le seguían un zapato de tacón, una braga y un corpiño enredado en el pomo de la puerta.
Como se simplificó todo, ni siquiera tuve que abrir la boca ni gesticular palabra. Simplemente te clavé la mirada, atravesante, y rodaron dos lágrimas por mi garganta, de las cuales ni te percataste.
A decir verdad, parece que hacía algùn tiempo me habían ganado de mano…
Tú y mi mejor amiga.


Gladys Goldszteyn.

sábado, 23 de octubre de 2010

Concordia al amor

Me reconcilio amor
me reconcilio
Ya soy mas tierna
y soy mas buena
Ya soy mas dulce
y mas etérea.

Me reconcilio amor
me reconcilio
Y a la pasión ya voy
como quimera
Y a la lujuria amor
como a la guerra.

Me reconcilio amor
con el amor
Y con sus ganas nuevas.

Gladys Goldszteyn.

viernes, 22 de octubre de 2010

Sueños locos






En mi placentero sueño mañanero y sabatino, te has introducido, de repente y sin aviso.
Abro la puerta y allí estas, risueño alocado e inoportuno.
Saludando simpáticamente te introduces en mi morada. No salgo de mi asombro, tampoco de mi comprensible espanto.
Traes contigo una bolsa de monedas argentinas doradas. Me escucho decirte que de nada te servirán aquí.
Te muestras alegre, simpático y dicharachero.
Me asustas, no se bien si eres oportuno, no te esperaba.
Ni siquiera sabes el idioma.
Me veo en un lujoso salón, una fiesta.
Y tú vas y vienes con una bandeja de bebidas, alegremente, pasando entre la gente, oficiando de simple camarero.
Y me pregunto, como te las arreglas si ni siquiera puedes hablar el idioma del lugar…
No salgo de mi asombro, cobardemente aterrorizada.
Salgo de mi ensueño, traigo mi inconciente a la realidad. Abro mis ojos estoy en mi cama, en mi habitación, en mi casa.
La pena me envuelve.
A pesar de mi cobardía, creo que hubieras logrado mi aceptación. Pienso que quizás me sigas pensando, aunque no te guste reconocerlo. Quizás me necesites más que nunca.
Pues yo no te he traído, si no que, has sido tú el que ha venido….





Gladys Goldszteyn.

martes, 12 de octubre de 2010

Insomnio

No puedo dormir
Te pienso
Te tengo, y no
Me enojo, y te quiero

No puedo dormir
Porque si me duermo
No te pensarè
Ni te tendrè

Serà como tricionar
Mi memoria de tì...
Entonces serà mejor que no duerma.

Gladys Goldszteyn.

viernes, 8 de octubre de 2010

Susurros de un corazòn

El corazòn creyose muerto
Y estaba vivito y coleante
Pasiòn la màs mìa, la màs lejana
Volviò un dìa a visitarme
Yo la creìa enterrada, me equivocaba. Todo lo removiò hasta hacerme vibrar.
Y que importa que ya no estès
Si lo que màs importa es que has estado.
Suelto y vuelvo en mì renovada
Agradezco a tu rosa mañanera los pinchazos, me quedo con sus pètalos.
Por mostrarme nuevamente el camino fresco y regado de la tierra...


Gladys Goldszteyn.