domingo, 10 de junio de 2012

MI AMIGUITA JULIA

                                                  16-04-2010

De mi amiguita Julia recuerdo lejanamente ciertas particularidades. Entre todas las muñecas que tuvo en su infancia, recuerdo que tenía la costumbre de desarmarlas, o sea:
De pronto les quitaba los brazos, las piernas, la cabeza y en ocasiones los ojos, que eran de vidrio, las partes eran de porcelana y el cuerpo relleno de trapo, por aquellos años.
No es que tuviera maldad, o quisiera hacerles daño, si no, que se trataba de una simple curiosidad infantil, de saber que habría dentro de ese cuerpo inerte, imagino.
Siempre terminaba desarmando alguna parte de la muñeca de turno, y como era lógico se terminaba rompiendo. Creo que quizás le llamaría la atención, el porque la expresión de sus caras no cambiaba, ellas siempre tan inexpresivas; entonces supongo que hurgaba sus adentros para saber que escondían en su corazón…
Un buen día llegó de visita la tía Lola desde Bs. As. ¡Oh sorpresa para Julia!, traía entre los regalos una muñeca para ella. Una muñeca negra, la muñeca más asombrosa y hermosa que vieran jamás sus ojos azorados, y que yo luego pude comprobar. Era negra azabache, totalmente de porcelana. No recuerdo mucho más de su aspecto, pero sí que era preciosa.
También sabíamos Julia y yo, que era algo nunca visto por aquellos años, mucho menos en Montevideo. Quien sabe cual sería su procedencia, pero lo cierto que había llegado a  manos de mi amiguita en cuestión, por obra y fuerza de misteriosos causales. Enseguida supe que la adoptaba por encima de todas las muñecas que había tenido. Ella era única, diferente, asombrosa, dijo, lo cual yo compartía. Entonces supe que era tan diferente y especial, que jamás tuvo que desarmar sus partes para saber que guardaba en su corazón. La conservaba entera e intacta, porque la comunicación de entrada fue total, era la muñeca perfecta con la cual siempre había soñado mi querida amiguita de la infancia. Durante un corto tiempo, solo ella fue el motivo de su felicidad, su compañera predilecta, a tal punto que llegué a sentir pequeños celos repentinos. Amaba a su muñeca como si fuera una hermana. Su querida abuelita no pensaba ni sentía lo mismo, decía que una muñeca negra traía mala suerte. Insistía con ese comentario cada vez que visitaba a Julia, opacando sus encuentros contaba mi amiguita tristemente.
Un mal día al irse de viaje con sus padres y en ocasión de que no quisieron que llevara a su muñeca negra; la abuelita presionada por sus propios miedos, aprovechó y la hizo desaparecer.
Nunca supo la querida abuelita en su ingenua ignorancia, el daño que causó…
Tenía siete años para ese entonces mi querida Julia.
Jamás volvió a poder jugar con muñecas, ni yo a poder compartir las mías con ella.
  
Gladys Goldszteyn

viernes, 1 de junio de 2012

¿ADÓNDE VA EL AMOR?

Recuerdo tus miradas
envolventes y acariciantes
por momentos éramos
tan solo tú y yo
y nuestros ojos
nadie más alrededor
olvidando todo por un lapso
un instante soñado
en que los ojos se acariciaban
penetrando las miradas/.
Mi boca te sonreía
mi mirada te perseguía
todo el deseo amoroso
y el dolor juntos
estallaban en un encuentro
que tu hacías imposible
y eterno materializar/.
Me he liberado por fin
silenciando al corazón
que a veces grita
amnésico y loco
tu nombre/.
Entonces entre brumas
de quereres y olvidos
lo distraigo con quehaceres
entre rosas y espinas
enfrentando a ese impertinente
y sádico chico que me hirió/.
Con sus flechas clavadas
a veces vivo
a veces muero/.

Gladys Goldszteyn