La noticia se desojo en mi pecho, explotó mi cerebro de forma inconsciente. Húmedas palabras brotaban al unísono, que lágrimas mojadas de dolor, recorrían surcos hasta llegar a un río desbordado de tanta soledad. Supe que no te vería más, que sueños rotos dejarían de habitarme y alimentarme. Y así en la distancia cruel y abismal, tuve que despedirme de la nada corpórea, emprender vuelo al alma, a través de los cielos del tiempo llegando hasta ti madre querida. Incluso como en este día. No hay tiempo ni olvido.
Gladys Goldszteyn
No hay comentarios:
Publicar un comentario