Acaso creyeron
que tenían derecho,
mal paridos,
asesinos,
verdugos,
dementes/
No puedo imaginar,
como hubiera sido
mi vida
y la de mi familia
con ellos/
Si puedo recordar
lo mal que la pasó
mi padre,
mi madre,
mi hermano
y yo, sin ellos/
A veces muchos
no llegan a comprender
la trascendencia
del holocausto;
que se enquista,
de generación,
en generación,
y aunque se pretenda
estirpar de golpe
como un cáncer
que corroe,
van quedando
lamentablemente,
tristemente,
células vivas,
que al parecer
son indestructibles.
Gladys Goldszteyn
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