Hilos
invisibles mecen exaltados egos.
Los veo.
Fluyen
en el mar de la incertidumbre
y la
sorpresa;
trayendo
asqueada
melancolía.
Allí te
encuentro
entre
barcas inquietas,
sumergiéndome en tus brazos
protectores,
encuentro calma,
bebo
de tu paz eterna,
mi
querido amor,
mi
querido…
Y
juntos nos salvamos
de la
banalidad desmedida.
Gladys
Goldszteyn
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